3.6.05

Dósis de escape

Uy, qué fría! (esto seguido del gesto de echar unos pasitos hacia atrás). Titubeo. Pero avanzo, el agua sube por mis tobillos, una ola llega, alcanza mis rodillas... continuo mi camino, miro hacia abajo, intento ver el suelo entre la espuma de mar, los remolinos de la arena que mis pies producen con su dudoso andar y las escasas algas buceadoras de océanos... Pero hoy esta "clarita", casi puedo verme los dedos de los pies... Continuo, y el nivel alcanza momentos críticos, va por mis caderas, danzo con las olas, una revolotea e intenta sabotearme el recorrido sistemático de pies a cabeza, quiere mojarme por completa, pero salto....y en la caída, el contacto de ese frescor en mi tripa, eriza mi piel y la carne se torna "de gallina"... Es entonces cuando no puedo soportar tanto "sufrimiento" y me lanzo, me sumergo, caigo como un ancla, cierro los ojos al tiempo que cojo aire, contraigo musculos... me estremezco: caigo en brazos del oceáno. En unos segundos, salgo a su superficie, tomo aire, dejo caer lentamente mi cuerpo, me mecen las olas, el sol calienta mi rostro refrescado, mis ojos siguen cerrados... Respiro de nuevo, más hondo, hace que flote más... Pienso en este placer, disfrutado por muchos, desaprovechado por muchós más, idolatrado por tantos otros. Es un escena que he hecho en esta temporada que comienza unas seis o siete veces ya (pocas pienso, a veces el frío me pudo) y me pregunto cuántas más le seguirán... Sigo divagando mientras el mar me arrastra... (no tanto como para llegar a una isla desierta, pero me arrastra...) Y, de repente, me acuerdo de ti. Dejo la posición y comienzo a nadar con dirección a la orilla, salgo de sus brazos... Me seco con mi toalla, me visto y subo a seguir con el temita de antropología. No tengo otra cosa que hacer.

No hay comentarios: