21.11.05

Cápsulas de tiempo invivido

Un duende sube el volúmen. Comienza a sonar... "Both Side Now" de Joni Mitchell.
Tardan los semáforos la media de minuto y diez en cambiarse de verde a ámbar, para finalizar colorados. De pequeña solía pisar solo las franjas blancas del paso... pensaba.
De frente, tú. Sonries. Sigo mirando el asfalto del camino, decorado con el vaho que sale de mi boca por el frío. Mis manos en los bolsillos. Echas un paso atrás, como queriendo prolongar mi llegada a ti. Y yo alzo la vista, y te veo. Me paralizan tus ojos. Saco una mano y me recoloco el gorro de lana hacia delante, dejando al descubierto algunos mechones de mi flequillo. No sé si sonreir, pero presiento que mis ojos reciben con mayor fuerza el frío y no se resisten a parecer cristalinos. Vaga forma de justificar la emoción. Me paro frente a él. Reimos. El abrazo llega a los segundos, torpe, impreciso pero cálido. Y su olor me invade. Y mi olor le hace cerrar los ojos. Seguimos mirándonos con la torpe sonrisa en los labios resecos del invierno, ansiosos los unos de los otros. Nadie dice nada. El semáforo vuelve a dar pauta a un sinfin de ruidos de motos y coches que hasta ese momento no habíamos oido. Y de repente todo eso nos molesta, él habla por fin:
- ¿Has desayunado?
- Esperaba hacerlo contigo-contesto.
Hacia tres años que no nos veíamos. Absolutamente nada haría presagiar este reencuentro. Nada. Y a las 8.37 tomabamos café y colacao en la mesa más lejana del bar dos calles más abajo de donde nos encontramos. Hablamos de todo: qué hacía allí, cuanto tiempo hacia que vivía allí, de su nuevo trabajo, del Madrid, de los carnavales, del hotel, del verano, de nuestros coches, de las juergas, de mi pelo, de mis nuevas gafas, de su hermana, de la mía, de los emails mandados, de los que no llegaron, de porqué no respondió, de su exnovia, de mis relaciones pasadas... Y cuando apenas estaban al día de sus alejadas vidas, hablaron de lo que quedaba del día: de donde almorzarían, de donde comprar un flexo para mi estudio, de qué metros coger para no dar tantos rodeos hasta el centro comercial, de si podíamos ir a comernos un brownie al sitio aquel de aquella vez, de donde me llevaría a cenar y dónde dormiríamos ("en mi casa", me dijo y sonrió)...
Salimos de la cafetería y mientras me colocaba él mismo la bufanda y me cogía la mano y me la metía en su bolsillo, cruzabamos el semáforo que acababa de ponerse en rojo pasión.
Al minuto y diez, los coches volvían a proseguir su camino, acelerando, pitando al de delante que no ha visto el verde. La vida seguía exactamente igual para ellos que antes de parar.
Para ellos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

jo

Anónimo dijo...

Chio...
No busques atrás, donde no hallarás nada. Esto es una cápsula de un tiempo que no encuentra futuro donde colocarse, es como la linea perfecta que seguiría cualquier bella historia del pasado que se reencuentra en un presente... pero no hay presente, no hay futuro, ya no hay historia.