25.7.05

La cena de las idiotas

El "insulto", con el mayor cariño. Incluso me autocalifico, puesto que también soy invitada, bueno, más bien, soy la anfitrina. Idiotas porque a veces somos demasiado tontas, porque nos dan cada palo... pero hay que saber reirse de determinados sucesos que ocurren en este día a día, porque no hay nadie mejor que nosotros mismos para hacer una parodía de nuestras situaciones.
El número de comensales: dos. Podría parecer romántico hasta la pata de la mesa, pero no va por ahí los tiros.
El Motivo: ¿hace falta motivo para aquellos que nos gusta invitar a nuestros amigos a cenar?En mi caso, siempre es un placer. Pero también lo hago por: el mediocarnet de coche de Inma, por celebrar la mitad casi de este patético verano para mi, no tanto para ella; porque teníamos que buscar una celebración para brindar con un vino recién descubierto, porque estoy sola en casa, por la soledad, por las compañías nocturnas, porque las noches pueden ser más amargas, pero a veces también más divertidas, porque a mi no me salieron los planes, porque ella tiene planes nuevos (uno de ellos muy atractivo)... Motivo puede ser también el hecho de que siempre tenemos una excusa para brindar, ya sea por algo tan simple y enorme como nuestra amistad, además de que siempre habrá algo que criticar (somos mujeres! que se puede esperar)... Porque tenemos futuros inciertos, porque nos sangra el corazón algunas veces y qué mejor que echarle un chorrito de vino por encima, porque deberíamos ser más en la mesa, pero no echaremos a nadie en falta.
El Menú: dos entremeses radicalmente opuestos, no en sabores, sí en tradiciones: unas gambitas regadas con vinito de mi tierra, en su nueva variante semidulce... y de fondo unos nachos con mezcla de tres quesos fundido (no es que sea algo exquisitamente culinario, pero nos derretimos en los mexicanos por comerlos). Y como plato principal secreto ibérico con salsa de champiñones y almendras, acompañadas de cebollas confitadas al aroma de bacon. La receta me la he inventado mientras iba por los largos corredores del supermercado.
El postre lo trae ella, supongo que helado (nuestro fiel aliado). Y la penúltima copa nos la tomaremos en la calle.
Datos adjuntos: colgaría después la foto del banquete, pero la cámara la tienen mis padres diambulando en su viaje por tierras valencianas. Así que... sí me creeis y teneís imaginación, lo habríais visualizado todo. Y a los más comilones, les guardaré un poquito.
De telón de fondo: dos amigas normales y corrientes, que intentan darle un toque dulzón a la amarga, a ratos, vida.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muchisimas gracias por esa cena suculenta e impresionante, por ese vino estupendo y por esas copas que se prolongaron quizas mas de la cuenta (esto lo digo por mi, claro).Definitivamente, ¡¡vivan las cebollis caramelizadas!!

Anónimo dijo...

um... bueno voy a brindar virtualmente , por ese medio carnet , por esa amistad , y por que siempres tenga un buen motivo para brindar , y que como dice un sabio " el dia no es dia si no aprendes nada de el ..." .