25.1.06

Glorita

La chica con la risa más contagiosa del mundo es mi mejor amiga. Cuando la conocí apenas si sonreía. Pero esos eran otros tiempos. Pronto la ruleta comenzó a girar al contrario de las agujas del reloj... para ambas. Y nos hicimos inseparables. Ella cogía buenísimos apuntes, yo conocía las mejores reglas memotécnicas de aprendizaje. Creamos un dueto de estudio envidiable. De repente, ir a la facultad dejó de ser una amalgama diaria de recuerdos, rechazos, cohibiciones, temores entre pasillos... Empezamos a creernos que podíamos conseguirlo, que el final era posible. Esto se hizo más evidente a raiz de nuestros resultados: ninguna de las dos suspendía, aquella a la que una no se presentaba, la otra guardaba los mejores apuntes, con extensiones, resúmenes, tarjetas llenas de tintes subrayadores...augurando notaza en la próxima convocatoria. Todo eso se hacía posible porque más allá de aquello había nacido una amistad. Y juntas, éso tenía sentido, y aquéllo, y si nos los proponíamos también aquéllo otro. Lo mejor eran las "noches de balcón", fuera febrero, fuera pleno junio... cigarro en mano, mirando la luna, escuchando el viento de levante que entraba por las callejuelas procedente de la Caleta, su olor a mar... y mil confesiones, y doscientas y pico lágrimas. Y risas, muchas risas. A mi me encaaaaanta hacerla reir, porque sus ojos negros se le llenan de chispitas de alegría e ilusión. Y así todo vuelve a tener sentido. Nuestros sueños, nuestras metas, nuestros fracasos ya pasados, nuestros pasados que asoman a veces por la esquina y al que intentamos juntas hacerle burla.
Últimamente, mi mejor amiga anda preocupada. Cree que mi estancia en Italia pueda distanciarnos un poquito más que la separación que Cádiz-Salamanca ahora consigue. Como sabe que me gusta ser original hasta rayar lo impredecible, he considerado que ésta puede ser una buena forma de decirle (una vez más) que no estará sola. Que nuestros caminos estuvieron juntos un tiempo maravilloso (la facultad) y que una vez llegamos a la meta (juntas y a la vez, quién lo diría...) tomaron sendas profesionales distintas. Y que la madurez con la que en aquel momento supimos afrontar todo eso que se hacía dificil, es la experiencia que nos abandera ahora para seguir creyendo en nuestra amistad más fuerte que nunca.
Por supuesto que no todo ni es ni debe ser bueno: habrá días en que no nos entendamos, semanas en las que apenas contactemos por nuestros ajetreos diarios, momentos en los que te necesitaré y estarás ocupada, momentos en los que me necesitarás y preferirás no interrumpirme... Pero es esa cálida sensación de protección, comprensión, apoyo... que siempre anda ahí, abrazada a mi, la que me hace sentirte cerca, muy cerca. Casi como si susurrándome lo que me pasa, pudieras oirme en la distancia.
Cuando me cuentas en lo que andas líada, el empeño que le pones, los resultados que vas a ir obteniendo, tus objetivos tan marcados y fijados, tu deseo de ser aquello que siempre soñaste ser... es cuando más me doy cuenta de que vamos por senderos bien encaminados, distintos vale, pero bien encauzados. Y no puedo evitar sonreir porque en el fondo, sé que nuestros senderos volverán a cruzarse y continuar lo poquito que le quede de camino, para llegar una vez más, juntas, a la meta.
A Glor

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