8.8.05

Tal día como hoy...


Me propuse no escribir hoy. Me propuse pasar por alto este día, no dejar huella o constancia que se aprecie de mi, aún presente, dolor. Me daba asco seguir dando pena, consideré este blog un error, con encubierto sentido, una prolongación de los sentimientos que más debía paliar precisamente no haciéndoles caso. ¿Es eso el olvido? Escribirte aquí más palabras, que nunca llegarán a tu puerto, que nunca se teclearán en otro sitio donde puedas llegar a leerlas (ese posible email...), ni que saldrán de mi boca porque ya no tengo nada (sea lo que sea que haga falta) para llamarte. Ni base, ni preguntas, ni porqués... En tres meses se han diluido mis sueños, se han derramado y esparcido todas las causas suficientes para descolgar el movil y decirte mis cuatro verdades, darle y encontrar razones donde solo había confusiones... Ya no queda nada. Nada, nada, nada... Tanto vacio. Y no sé porqué esto me sigue doliendo, no sé porque me sigues doliendo... Siento no saber explicar esto de más formas, es más, ojala no tuviera que sentir la suma necesidad de expresarlo, ojalá este sufrimiento se hubiera esparcido como tantas otras cosas nuestras, que tuvieron hace más de tres meses una razón de ser y que ahora no merece a tu juicio ni la más mísera de las llamadas para decirme adios; ojalá este dolor se lo hubiera tragado el water como aquella puta colilla que eché hace doce días y se la tragó, sin volver a fumar desde entonces. Todo esto debería ser más fácil...

¿Qué dije aquella vez para que tus ojos dejasen de mirarme?

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