18.4.06

El arte de montar en bicicleta

Tardè tres semanas en decidirme. Yo, cual 'cochòmana', echaba tanto de menos a mi "nubecita azul" que me era imposible enganarla con su enemiga "los pedales". Pero diversas circunstancias me llevaron a necesitarla, como el mar, aquellos primeros dias.

Y ahora no puedo vivir sin ella. Me deja en mi puesto de trabajo siempre en el momento justo, en turno de manana o de tarde. Me arrastra a callejones oscuros donde a su final se encuentra uno de los pocos antros para bailar por aqui. Hace que me escape a paraisos de hierba fresca, donde tumbada al sol siento que Italia tiene sentido, donde considero que esto no tendria que terminar ahora...

El caso es que en menos de dos semanas debo dejarla a aquel gentil hombre que me la vendio, haciendo con ello una re-venta. Algo asi como adoptar un bambino y volver a entregarlo a la "casa de cuna".
Ella me ha dejado pedalearla con fuerza cuando mi corazon asi lo ansiaba, intentando romper con los destinos predestinados de esta pobre alma extranjera por momentos. La aprete con fuerza entre lagrimas surcando plazas de luz incandescente y frio otonal. Ella me guiò cuesta abajo y como ninia me dejè arrastrar a mayor velocidad, cerrando los ojos...
Y un dia me atrevi a soltar mis manos de su manillar, equilibre mi cuerpo, sonrei... y el resto del camino lo pasè con las manos metidas en los bolsillos y la vida llena de felicidad.
Comprendi que hay cosas que se aprenden de la manera màs imprevista, como olvidar.